Por las calles de Santo Domingo
Resulta desalentador y sumamente desastroso montarse en una voladora o en un carro público en estas calles de Santo Domingo. Te encuentras con cada cosa y al mismo tiempo te vas dando cuenta de porque República Dominicana es como dicen muchos un país muy especial.
Lo primero es que al montarte en un carro público o una voladora, no sabes cuánto te cobrará, ni hasta dónde llegará dicha ruta, luego de esto empieza lo más vergonzoso y es escuchar las teorías y analísis de los diversos acontecimientos de nuestra isla.
Todos son expertos analistas políticos, a los choferes de estos benditos vehículos al parecer les han dicho que las leyes de tránsito son para los carros privados o para los más pendejos, porque no les gusta quedarse en una fila en cualquier intersección esperando que le toque el turno de pasar, o tocando bocina al que está delante para el pasar, o simplemente escucharlo maldecir a un Amet por estar regularizando el tránsito.
Y sumado a los analistas y desventurados choferes del concho, se topa uno con algo que sólo un país caribeño y desamparado de gobiernos y autoridades que pongan orden, nos encontramos con los dueños de las paradas de conchos, estos son unos individuos, sucios, harapientos, y armados con sus respectivos machetes, bates y cualquier otro objeto contundente que sirva como arma para agredir a todo aquel chofer de carro o voladora que ose montar pasajeros en su parada sin darle lo suyo.
Al parecer a estos individuos le ha sido otorgado el poder para decidir en cuáles carros puede montarse o el turno que le toque a cada chofer por las autoridades, porque tienen el poder de amenazar no sólo al chofer del carro, sino a las personas que lo único que andan buscando es un transporte, ya sea para llegar a sus casas o a su lugar de trabajo sin mayores complicaciones.
Pero que va, eso no es nada, Leonel anda diciendo que vamos hacia delante, Miguel Vargas promete lo que fue incapaz de exigirle a su jefe cuando fue subalterno de Hipólito Mejía, y Amable Artisty está preparando el helicoptero para seguir soltando papeletas, cosas veredes, como diría Don Quijote.
Lo primero es que al montarte en un carro público o una voladora, no sabes cuánto te cobrará, ni hasta dónde llegará dicha ruta, luego de esto empieza lo más vergonzoso y es escuchar las teorías y analísis de los diversos acontecimientos de nuestra isla.
Todos son expertos analistas políticos, a los choferes de estos benditos vehículos al parecer les han dicho que las leyes de tránsito son para los carros privados o para los más pendejos, porque no les gusta quedarse en una fila en cualquier intersección esperando que le toque el turno de pasar, o tocando bocina al que está delante para el pasar, o simplemente escucharlo maldecir a un Amet por estar regularizando el tránsito.
Y sumado a los analistas y desventurados choferes del concho, se topa uno con algo que sólo un país caribeño y desamparado de gobiernos y autoridades que pongan orden, nos encontramos con los dueños de las paradas de conchos, estos son unos individuos, sucios, harapientos, y armados con sus respectivos machetes, bates y cualquier otro objeto contundente que sirva como arma para agredir a todo aquel chofer de carro o voladora que ose montar pasajeros en su parada sin darle lo suyo.
Al parecer a estos individuos le ha sido otorgado el poder para decidir en cuáles carros puede montarse o el turno que le toque a cada chofer por las autoridades, porque tienen el poder de amenazar no sólo al chofer del carro, sino a las personas que lo único que andan buscando es un transporte, ya sea para llegar a sus casas o a su lugar de trabajo sin mayores complicaciones.
Pero que va, eso no es nada, Leonel anda diciendo que vamos hacia delante, Miguel Vargas promete lo que fue incapaz de exigirle a su jefe cuando fue subalterno de Hipólito Mejía, y Amable Artisty está preparando el helicoptero para seguir soltando papeletas, cosas veredes, como diría Don Quijote.
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